Antonio Balsalobre y sus articulillos sueltos

Quédese pero…

Feijóo empieza a ser un hombre a una sobreactuada oposición pegado, a una oposición superlativa, hiperbólica -“el Gobierno más radical de los 45 años de democracia”, tempestea-, y no exenta de algún destello de ordinariez. Ya saben, lo de la “fruta”. Una oposición para la que ha elegido como portavoz en el Congreso a Miguel Tellado, hombre de su máxima confianza cuya falta de experiencia parlamentaria y bravuconería despiertan recelos incluso en ciertos sectores del PP.  Tamayo es aquel que acusó no hace mucho a Óscar Puente del acoso que sufrió en un tren o instigó a Sánchez a huir en el maletero de un coche. Hilarante o patético. Que cada cual elija el adjetivo que le convenga. Sobreactuada resultó también la reacción del jefe de la oposición en el acto de inicio de la legislatura al calificar el discurso de la presidenta de la Cámara (no hay manera de que se despegue del superlativo) como “el peor discurso de un presidente del Congreso». Cuando de lo que se oyó hablar a Armengol fue de leyes que han ayudado a mejorar algo nuestra vida: sanidad, pensiones, dependencia, matrimonio homosexual, ingreso mínimo vital, cambio climático, aborto, igualdad, eutanasia… No emularé yo a Tellado pidiéndole a Feijóo que se vaya a ninguna parte, solo le pediría que se “des-superlativizara” un poco.

Genocidio

Hay que ver alguna vez en la vida los asentamientos ilegales israelíes en Palestina para sopesar en toda su extensión lo infame que puede resultar una ocupación. Creo hablar con conocimiento de causa. Reconforta, por lo tanto, ver también, como revela la magnífica crónica de Andrea López en el diario La Opinión, que existen todavía israelíes empáticos y solidarios, aunque no sean muchos, que dedican parte de su vida y su tiempo a luchar contra esta invasión, sostenida por su gobierno y sus impuestos. Activistas, por otra parte, que, como no podía ser de otro modo, son tachados por esos colonos radicales, nuevos amos y señores de los territorios que han pertenecido históricamente a los palestinos, como “traidores”. Por mucho menos, es verdad, el gobierno terrorista de Netanhayu, que los apoya, se ha encarado con el presidente Sánchez. Por algo tan empático y humano, como denunciar -después de condenar el ataque terrorista de Hamás- la insufrible matanza indiscriminada de civiles en Gaza por parte de Israel (más de 8.000 niños han muerto ya bajo sus bombas). El problema para los ocupados y para quienes creen en la solución de los dos Estados es que estos israelíes empáticos y solidarios son cada vez menos, y cada vez más los abonados a la política de la ocupación, que abrazados a la teoría de la “supremacía judía”, no tienen otro objetivo que apropiarse de toda Palestina masacrando o expulsando a los palestinos. El genocidio en Gaza, al que asiste estupefacto el mundo civilizado, así lo confirma.

La cárcel y la urna

Miércoles 6 de diciembre de 1978. Me recuerdo votando aquel día, por primera vez, en la cárcel de Cieza. Despojada de su función de prisión, la vieja cárcel, ya casi en ruinas, había sido habilitada como colegio electoral. Los mismos barrotes que habían cercenado la libertad de cientos de presos políticos del franquismo años antes eran ahora testigos del tiempo nuevo que se abría paso. Recuerdo la mesa electoral dispuesta en el pasillo central, con la urna en el centro, rodeada de celdas y calabozos, algunos con mensajes anónimos y calendarios tachados en sus paredes. Y a los ciezanos y ciezanas votando y transitando libremente por aquel edificio de infausto recuerdo.

Voté sí a la Constitución aquella fría mañana de invierno haciendo de la necesidad virtud. Aunque contenía ciertos puntos difíciles de suscribir para un joven de 20 años de la izquierda combativa, presentaba la ventaja de ser un instrumento necesario para pasar página y dejar atrás la larga noche de la dictadura. No me arrepiento. Al contrario. Lleva razón Sartorius cuando dice que toda la Transición consistió en buscar cómo convertir la necesidad en virtud. ¿Y si fuera eso la política en los tiempos difíciles?